sábado, 4 de enero de 2014

Déjame dormir.

¿Sabes cuantas noches no duermo? Estás ahí, esperando; esperando a que cierre los ojos para meterte en mi mente, riéndote de mi. «No puedes olvidarme.» Te ríes. Me señalas. 

Abrazar a la almohada pensando que es otra persona, llorar en voz baja, que las lágrimas te ardan en los  ojos. Querer arrancarte el corazón y maldecir una y otra a la personas que consiguió entrar en él. Abrirlo, con promesas. Falsas promesas. «Venga, duerme.» Te ríes. Sal de mi cabeza. ¿Te importa? Algunas tenemos cosas mas importante en las que pensar. Pero, ¿Qué hay mas importante que pensar en ti? Y eso, cada noche. El sol de esconde a lo lejos y la luna, ya posada en lo alto del cielo me observa. Toda la noche despierta. ¿Qué haces? Sal de mi cabeza, joder, vamos. «Tu me dejaste entrar. » Te ríes. Vete de mis pensamientos. Quiero olvidarme de tus ojos, de tu pelo, de tu risa, de tu acento. De ti. Y cada lágrima, cada golpe, cada noche, cada raja, es por ti. La luna es testigo de lo nuestro. Solo vete de mis pensamientos esta noche. Tu me debes las horas de sueño que no he podido conciliar, y exijo que me pagues haciendo lo que en medio del insomnio, contigo he imaginado. No puedo parar de pensar en ti, me da la sensación de estar colocada. Es enfermo. 





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